Se va visto como a unos seres generosos,
con espíritu de sacrificio y desgraciados por su infortunio y paralís.
Se transmitió, por un lado, una imagen
de normalización de la vida (vía rehabilitación física e intelectual) mediante
un gran esfuerzo personal y espíritu de lucha y, por otro lado, de ingenuidad y
conformidad frente a la enfermedad y sus secuelas. Se resaltaba la plena
capacidad intelectual de las personas víctimas de la polio.
No se menciona en qué medida sufrir
dicha enfermedad y sus secuelas habían cambiado a las personas afectadas desde
el punto de vista psico-afectivo, ni de qué repercusión tenía en sus familias.
No hay testimonios en la prensa de la
época de las personas afectadas, de cómo aceptaban la enfermedad, cómo vivían
separadas del entorno familiar durante meses, incapaces de participar en las
actividades propias de su edad, en qué medida les afectaba el trato brindado
por la familia y amigos tras la enfermedad y hasta qué punto condicionaba su
vida esa necesidad de representar una vida ejemplar de resignación y sacrificio
personal.
Estas imágenes buenas convivieron con la
representación de seres deformes, víctimas de la polio y que experimentaban un
gran dolor físico y psíquico.
Estas imágenes dramáticas se utilizaban
para vencer la resistencia a la vacunación tipo SALK. “niños que se arrastraban por el suelo, costrosos, con el cuerpo lleno
de malformaciones, sin fuerzas para andar por tener los músculos atrofiados, la
piel y el hueso solamente…”
La prensa tampoco se hizo eco del
impacto diferencial que un proceso invalidante como la polio podía tener en un
entorno rural o urbano, ni de cómo la aparición de una enfermedad crónica en la
niñez, era capaz de generar en las familias importantes alteraciones como los
cambios de roles o jerarquías.
La asimilación de la polio a la
meningitis y al sarampión y ambos a la noción de epidemia, ligados al ciclo anual,
pero desvinculados de la atmósfera, el agua, los alimentos o los microbios, por
lo que, cada primavera, hacía brotar el proceso del interior de los niños.
Otros atribuyen la aparición de los
casos de polio a factores como el frio, existiendo una analogía en la forma de
producirse con la tuberculosis, ambos generados a partir de resfriados mal
curados, “no sientes a los chiquillos en el suelo, que les va a dar el apolio…”
decían las abuelas.
Creían que las piernas dejaban de tener
circulación o que desaparecían componentes de los músculos o el calcio de los
huesos.
El paciente quedaba invalidado de por
vida y sufría numerosas operaciones que originaban un gran gasto que las
familias afrontaban vendiendo sus bienes, además del sufrimiento y la ruptura del
ritmo normal de la vida.
El SOE tenía una cobertura muy limitada
que fue ampliada con la aparición de la Seguridad Social en 1967.
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